No tires esta parte de la sandía: tiene nutrientes esenciales para la salud

Aunque muchos prefieren quitarlas al comer sandía, lo cierto es que esas semillas negras que parecen molestas pueden ser una fuente de nutrientes clave. Con la llegada de la primavera y el verano, esta fruta se vuelve protagonista en la mesa de los argentinos, pero su parte más desaprovechada esconde más propiedades de las que imaginás.
Por qué conviene comerlas
Las semillas de sandía aportan proteínas, grasas saludables, magnesio, hierro y zinc, minerales esenciales para la energía diaria y el buen funcionamiento del sistema inmune. También concentran antioxidantes, que ayudan a proteger las células y retrasar el envejecimiento, además de fibra, que mejora la digestión y genera saciedad.

Si bien se pueden ingerir crudas junto con la pulpa, una forma popular de consumirlas es secar y tostar las semillas: así resultan más fáciles de digerir y con un sabor más agradable. Se pueden sumar a ensaladas, yogures o simplemente comer como snack.
Propiedades destacadas de las semillas de sandía
Refuerzan las defensas
El zinc presente en estas semillas contribuye a fortalecer el sistema inmunológico y acelerar la recuperación frente a infecciones. Los ácidos grasos que contienen, además, colaboran con la salud del corazón.
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Favorecen la digestión
Gracias a su fibra y grasas insaturadas, estimulan el tránsito intestinal y previenen el estreñimiento. Incluso, al germinarlas, mejoran la absorción de nutrientes y equilibran la flora intestinal.

Cuidan la piel
Los antioxidantes y el magnesio ayudan a mantener la piel hidratada, retrasan la aparición de arrugas y regulan la producción de sebo. La vitamina E protege frente al sol y el envejecimiento, mientras que sus compuestos antiinflamatorios alivian problemas como la psoriasis o el eccema.
Fortalecen el cabello
El hierro, el magnesio y los aminoácidos son fundamentales para un cabello sano. Incluso, el aceite que se extrae de estas semillas protege los folículos, previene la caída y aporta brillo natural.
Regulan el azúcar en sangre
El magnesio mejora la sensibilidad a la insulina y, junto al zinc y los ácidos grasos, ayuda a estabilizar los niveles de glucosa, beneficiando a quienes necesitan controlar el índice glucémico.
Protegen el corazón
Sus grasas saludables y antioxidantes como el licopeno reducen el colesterol LDL (malo) y aumentan el HDL (bueno), reduciendo riesgos cardiovasculares. También mejoran la circulación y la oxigenación del organismo.

Fortalecen los huesos
El magnesio, en combinación con fósforo, zinc y hierro, participa en la formación ósea y en la correcta absorción de calcio, lo que ayuda a mantener huesos fuertes.
Benefician al sistema nervioso
Compuestos como la citrulina y la niacina (vitamina B3) potencian la memoria y la función cognitiva, mientras que el potasio favorece el equilibrio de líquidos y ayuda a recuperarse del cansancio.
Aliadas del control de peso
Por su aporte de proteínas y fibra, generan sensación de saciedad y evitan los atracones, lo que las convierte en un aliado natural para quienes buscan bajar de peso o mantener una dieta equilibrada.