Un pasaje pintoresco, pero poco conocido en Buenos Aires: tiene más de 100 años y termina en una plaza escondida

En el Parque Chacabuco hay un rincón que preserva la parte más bella de historia de la ciudad. Todos los detalles de un lugar único.
Un lugar mágico en Buenos Aires.
Un lugar mágico en Buenos Aires. Foto: Instagram @buenosaires

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires esconde varios sitios peculiares que pocas personas conocen. Uno de ellos es un rincón único con forma de cruz que culmina en una plaza escondida. Este sitio, con sus diagonales que conectan cuatro callecitas, preserva su historia y encanto original desde hace más de 100 años.

A lo largo de más de un siglo, el Pasaje Butteler mantuvo su estructura intacta, ofreciendo una de las vistas más pintorescas del barrio porteño de Chacabuco.

Pasaje Butteler. Foto: Instagram @buenosaires

Además de su peculiar estructura, posee una rica historia que lo convierte en un tesoro escondido de la ciudad. El espacio fue donado por Azucena Butteler en 1907, con la intención de brindar a los trabajadores humildes del barrio acceso a viviendas dignas.

Con el paso de los años, este lugar, con su plaza, fue cuidadosamente conservado, lo que le permitió mantener su esencia intacta. A raíz de su importancia histórica, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires declaró el lugar como “Área de Protección Histórica”.

Esto asegura que las casas del pasaje sigan preservando su aspecto original y que el sitio continúe siendo un símbolo de la historia de la ciudad.

La belleza del Pasaje Butteler está en lo simple

Las calles de empedrado y las veredas son tan angostas (no más de 3 y 1,5 metros, respectivamente) que todos estacionan los autos con dos ruedas sobre la calzada y las otras dos en la acera, para permitir la circulación.

Los vecinos son muy solidarios: para mantenerlo cuidado, algunos vecinos se reúnen en asamblea para limpiar y pintar los bancos, plantar árboles nuevos u organizar actividades

Pese a eso, en el pasaje se filmaron publicidades, videoclips y películas, como Culpable, de Hugo del Carril, en 1959, o Valentín, rodada en 2002 y protagonizada por Rodrigo Noya.