No es de nervios: qué dice la psicología sobre no parar de mover la pierna

Aunque puede parecer molesto, ese movimiento constante va más allá de un simple gesto involuntario. Según la ciencia, suele estar vinculado a causas más profundas y no siempre es fácil de controlar.
Mover la pierna tiene un significado psicológico
Mover la pierna tiene un significado psicológico Foto: Unsplash

Imagina que estás en una reunión o disfrutando de una película, y la persona que está enfrente tuyo no deja de mover la pierna. A pesar de que puede resultar molesto, ese movimiento constante es más que un simple gesto involuntario. Según la psicología y la ciencia, a menudo está relacionado con emociones como el estrés o la ansiedad, y no siempre es fácil de controlar.

Mover la pierna, o “sacudirla”, es algo tan habitual que integramos en nuestras rutinas sin cuestionarlo. Sin embargo, si prestamos atención, surge una pregunta: ¿por qué nuestro cuerpo se mueve de esta forma sin que lo decidamos conscientemente? ¿Es solo una costumbre? ¿Una respuesta automática al nerviosismo? ¿O tal vez hay algo más profundo detrás de este comportamiento repetitivo?

Aunque muchos lo hacen sin darse cuenta, este simple gesto puede estar enviando señales sobre nuestro estado emocional y mental. Al ser estudiado por la ciencia, revela mucho más de lo que creemos.

Mover la pierna, o "sacudirla", es algo tan habitual que integramos en nuestras rutinas sin cuestionarlo Foto: Unsplash

Qué dice la psicología del movimiento repetitivo

Desde un enfoque psicológico, mover la pierna de manera repetitiva mientras estamos sentados es una conducta motora involuntaria conocida como nerviosismo motriz o, más técnicamente, un comportamiento estereotipado. El psicólogo argentino Hugo Marietan, especializado en el estudio de la conducta, señaló que estos gestos no siempre son el resultado de pensamientos conscientes. Más bien, actúan como una vía de escape frente al estrés, la ansiedad o la sobrecarga mental.

Una investigación de la Universidad de Harvard, dirigida por el doctor Jerome Kagan, descubrió que el movimiento constante de las extremidades en adultos está relacionado con altos niveles de estimulación cerebral no canalizada. En otras palabras, cuando la mente está hiperactiva y no encuentra una salida, el cuerpo libera parte de esa energía a través de pequeños movimientos repetitivos.

Sin embargo, no siempre se debe a estrés. A veces, estos gestos responden a un fenómeno denominado autoestimulación sensorial. En términos simples, el cuerpo busca “entretenimiento” cuando el entorno no ofrece suficiente estimulación. Es por eso que es más común ver a alguien mover la pierna en una clase aburrida que en una situación que le exija atención total.

El significado de mover la pierna

Aunque en la mayoría de los casos mover la pierna es un gesto inofensivo, también puede ser una señal de trastornos más complejos. Uno de ellos es el síndrome de piernas inquietas, un trastorno neurológico que se manifiesta como una necesidad irresistible de mover las piernas, especialmente en momentos de reposo o al acostarse. Según la Clínica Mayo, esta condición afecta a aproximadamente el 7% de la población y tiende a agravarse durante la noche.

Qué significa mover la pierna sin parar Foto: Unsplash

El movimiento constante también puede estar asociado a trastornos de ansiedad generalizada, sobre todo si viene acompañado de otros comportamientos repetitivos como morderse las uñas, golpear los dedos contra la mesa o manipular objetos de forma compulsiva.

Pero más allá de lo físico y lo psicológico, hay un componente social que no debe subestimarse. Sacudir la pierna puede generar incomodidad en otros, distraer o incluso interpretarse como una señal de aburrimiento o desinterés. Sin embargo, juzgar este tipo de conductas sin entender su trasfondo puede ser un error. Muchas veces, se trata de una forma automática de autorregularse emocionalmente.

Observar estos gestos con atención —sin alarmarse, pero sin pasarlos por alto— puede ayudarnos a comprender mejor nuestro propio estado mental o el de quienes nos rodean. Porque a veces, lo que el cuerpo repite en silencio es justo lo que la mente aún no sabe cómo decir.