El poder del agua: China construye una mega-represa que le permitirá priorizar o castigar a sus vecinos y altera la ecuación geopolítica

La colosal obra, que podría hasta alterar la rotación de la Tierra, influye sobre siete de los ríos más importantes de Asia y permite ejercer presión sobre India y Bangladés, además de otros países.
China construye la mayor presa hidroeléctrica del planeta.
China construye la mayor presa hidroeléctrica del planeta. Foto: X / @jpmasespanol.

En el remoto cañón del Yarlung Tsangpo, China avanza con una obra que podría convertirse en la central hidroeléctrica más potente del planeta. El río nace en la meseta tibetana, desciende hacia India, donde se llama Brahmaputra, y continúa hasta Bangladesh, donde alimenta junto al Ganges uno de los deltas más fértiles y densamente poblados del mundo.

Regular este curso fluvial significa influir directamente en la vida de decenas de millones de personas. Beijing lo sabe, y la construcción de esta mega represa es una jugada estratégica.

El proyecto aprovecha un desnivel natural de más de 2000 metros y, según las previsiones, podría generar más energía que la presa de las Tres Gargantas. Su impacto no se limita al plano energético. También altera la ecuación geopolítica entre China, India y Bangladesh.

El Tíbet: tesoro geopolítico

¿Por qué es tan relevante la región del Tíbet? Su importancia estratégica radica en que allí nacen siete de los ríos más importantes de Asia —Amarillo, Yangtsé, Mekong, Saluén, Brahmaputra, Indo y Sutlej— que alimentan a cerca de dos mil millones de personas.

El control de esta zona le da a Beijing una herramienta para priorizar zonas estratégicas o castigar directamente a regiones políticamente problemáticas mediante asignación de caudales.

En este escenario, controlar las fuentes de estos ríos permite a China ejercer presión sobre varios países vecinos:

  • Río Mekong: afecta a Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam.
  • Río Saluén: afecta a Myanmar y Tailandia.
  • Río Brahmaputra: afecta a India y Bangladés.
Ríos principales con afluentes en la meseta tibetana Foto: @judemakesmaps

Por eso Pekín lleva décadas integrando la meseta tibetana mediante carreteras, ferrocarriles, bases militares y asentamientos de población han.

Perder el Tíbet significaría para China una drástica reducción territorial y estratégica, mientras que India vería ampliada su profundidad geográfica.

El factor Dalái Lama: legitimidad y diplomacia

El Dalái Lama, líder espiritual del budismo tibetano, simboliza para muchos tibetanos la continuidad de una identidad y, para no pocos, la aspiración a una autonomía real.

Exiliado en Dharamsala (India) desde 1959, tras el levantamiento tibetano contra la ocupación china, el Dalái Lama ha mantenido la causa tibetana viva en la escena internacional. Esto irrita profundamente a China, que considera cualquier reconocimiento oficial hacia él como una injerencia en sus asuntos internos.

Dalai Lama. Foto: Reuters.
Dalai Lama. Foto: Reuters.

La inquietud aumenta ante la posibilidad de que el próximo Dalái Lama sea elegido fuera de China, en el “cinturón cultural tibetano” que abarca el norte de India, Nepal y Bután. Tal escenario colocaría a Beijing frente a un líder espiritual con legitimidad global pero fuera de su control, capaz de reactivar el nacionalismo tibetano y erosionar su autoridad.

India, al acoger al Dalái Lama, mantiene sobre China una carta política y simbólica de gran valor, que se suma a la rivalidad por el territorio y el agua.

Una frontera cargada de historia

La rivalidad sino-india tiene antecedentes bélicos. En 1962, tras años de tensiones fronterizas, ambos países se enfrentaron en una breve pero intensa guerra que dejó miles de muertos y consolidó la desconfianza mutua. Desde entonces las disputas territoriales en particular sobre Arunachal Pradesh, que China reclama como parte de la meseta tibetana, han alimentado roces constantes. Como los incidentes en Ladakh, con enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre soldados.

En paralelo, China ha expandido su influencia en Nepal, Sri Lanka y Bangladesh, movimientos que India interpreta como un cerco estratégico.

El agua como arma

En el ajedrez geopolítico, el agua puede ser una herramienta de cooperación… o un arma. La nueva presa del Yarlung Tsangpo permitirá a China regular el caudal del Brahmaputra, algo que preocupa a India y Bangladesh por sus posibles efectos en la agricultura, el abastecimiento y la seguridad alimentaria.

Beijing afirma que la obra busca generación de energía limpia y control de inundaciones. Sin embargo, el mero hecho de poseer la capacidad de alterar el flujo ya es, en términos estratégicos, una palanca de poder.

No se trata solo de lo que China haga, sino de lo que podría hacer en un momento de tensión…

La meseta tibetana, con su dominio sobre las fuentes de ríos vitales, se convierte así en una zona donde convergen la proyección militar y el poder hídrico de China. India observa con recelo esta combinación, lo cual convierte lo cual convierte a Nueva Delhi en un rival inevitable para Beijing, tanto por la proximidad geográfica como por las profundas diferencias históricas y culturales.

¿Trump pierde una oportunidad?

India es un contrapeso natural de China y necesita de un Estados Unidos decidido para compensar a una China demasiado asertiva. Sin embargo, los recientes giros políticos y comerciales, sobre todo bajo la administración Trump, han debilitado ese propósito estratégico.

Si Washington no redefine pronto su compromiso, el tablero euroasiático corre el riesgo de inclinarse hacia un equilibrio menos favorable para los intereses estadounidenses, y más cercano a un orden moldeado por Beijing.