Tienen 108 y 109 años y llevan más de ocho décadas juntos: el secreto del amor que rompió todos los récords

La historia de un matrimonio que desafió al paso del tiempo y formó una familia llena de amor, en 83 años de vida compartida.
Los Gittens, el matrimonio más longevo del mundo.
Los Gittens, el matrimonio más longevo del mundo. Foto: LongeviQuest.

La ciudad de Miami, en Estados Unidos, es testigo del matrimonio más longevo del mundo. La pareja, que rompió el récord histórico con una edad combinada de 216 años y 132 días, está conformada por Eleanor Gittens (109) y Lyle Gittens (108).

Para quienes los conocen, su relación siempre pareció natural y sin esfuerzo. Esto, que parece imposible de lograr en el mundo actual, obviamente tiene un secreto detrás. Por suerte para las parejas que desean vivir una vida juntos, los Gittens no se guardaron la receta del amor eterno.

Los Gittens, el matrimonio más longevo del mundo. Foto: LongeviQuest.

Cuando les preguntaron el secreto de sus 83 años juntos, Eleanor fue directa: “Nos amamos”. Lyle, sin dudar, respondió: “Amo a mi esposa”. Esto se notó claramente en la reciente sesión de fotos a la que se sometieron, cuando se tomaron de la mano y se miraron con complicidad.

La historia de los Gittens, el matrimonio más longevo del mundo

Eleanor y Lyle se conocieron cuando ambos eran estudiantes en la Universidad Clark Atlanta. El joven deportista era figura del equipo de básquet en ese momento y un gran candidato del Salón de la Fama de la universidad cuando vio a una bella señorita durante un partido contra Morehouse College. A partir de allí, floreció el amor entre ambos.

El 4 de junio de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, decidieron casarse. Lyle, que estaba en entrenamiento militar en Fort Benning, Georgia, recibió un pase de tres días para viajar en tren hasta Bradenton, Florida, el pueblo natal de Eleanor.

La boda fue breve, pero intensa, y ella confesó tiempo después que temía no volver a verlo. Tan equivocada no estaba, dado que la guerra los separó: Lyle fue enviado a Italia con la 92.ª División de Infantería del Ejército, mientras Eleanor, embarazada de su primer hijo, se mudó a Nueva York. Allí conoció a la familia de Lyle y trabajó en una empresa que fabricaba piezas de aviones para la guerra. La única comunicación entre ellos eran cartas, muchas veces censuradas con tinta roja por el correo militar.

Cuando terminó el conflicto bélico, la pareja pudo finalmente reunirse y formar su hogar en Nueva York, donde a su hijo Lyle Rogers se sumaron las hijas Angela e Ignae. Así fue cómo la pareja supo cultivar un amor que inició en un partido de básquet para formar una familia de cinco tan espectacular como inédita en el mundo, marcada por la longevidad.