Una joya natural única en el mundo: el árbol milenario que crece en Argentina y asombra por su tamaño y longevidad

Crece lentamente, puede vivir más de 2.600 años y es considerado un testigo silencioso de la historia natural. Dónde se encuentra este árbol asombroso que fascina a científicos y viajeros.
Árbol alerce.
Árbol alerce. Foto: Instagram @turismoesquelok

En el corazón de los bosques más australes del continente, vive un árbol que ha desafiado al tiempo como pocos en el mundo. Su presencia no solo impresiona por su tamaño y longevidad, sino también por el profundo vínculo que mantiene con la historia natural de la Tierra.

Esta especie, exclusiva de América del Sur, ha sido testigo silencioso de milenios y se transformó en objeto de estudio y admiración por parte de científicos, ecologistas y viajeros curiosos.

Árbol alerce. Foto: Instagram @turismoesquelok

El árbol sudamericano que guarda más de 2.600 años de historia

Se trata del alerce patagónico, también conocido como Fitzroya cupressoides, una conífera gigante que crece únicamente en los bosques templados del sur de Chile y en una pequeña franja de la Patagonia argentina.

Con ejemplares que podrían tener más de 2.600 años, es considerado uno de los árboles más antiguos del planeta. Su lento crecimiento lo lleva a alcanzar hasta 60 metros de altura y troncos de varios metros de diámetro, lo que lo convierte en una verdadera reliquia viviente.

Árbol alerce. Foto: Instagram @vivero_valdivia

Llamado lahuán por el pueblo mapuche, el alerce fue víctima durante siglos de una intensa tala por su madera noble y extremadamente resistente, utilizada en construcciones y embarcaciones.

Esta explotación desmedida lo empujó al borde de la extinción. Aunque hoy se encuentra protegido por leyes y reservas naturales, todavía es una especie amenazada, lo que refuerza su valor ecológico y cultural.

Árbol alerce. Foto: Instagram @turismoesquelok

De esta forma, el alerce patagónico no solo destaca por su antigüedad o por su tamaño imponente: es también un recordatorio del delicado equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

Su existencia nos conecta con un tiempo anterior al nuestro, con ecosistemas antiguos que aún resisten. Conservarlo es, en parte, preservar la memoria viva de Sudamérica y cuidar uno de los patrimonios naturales más fascinantes del mundo.