Misterio en Entre Ríos: piden la ayuda de la NASA para encontrar una pareja desaparecida hace 23 años

Desde el 13 de enero de 2002, cuando fue vista por última vez en un velorio en la provincia de Entre Ríos, la familia Gill no volvió a aparecer y nunca más se supo nada de ellos. Así se plantea este misterio que dio lugar a que se le pida a la NASA saber qué pasó con ellos.
Más de dos décadas pasaron desde ese hecho y la causa continúa sin desenlaces certeros. Por tanto, la querella que forma parte del caso le solicitó a la agencia del Gobierno de los Estados Unidos imágenes satelitales para intentar dilucidar algún movimiento inusual de aquel 13 de enero que permitan esclarecer qué fue de ellos.

La familia Gill estaba compuesta por Rubén José “Mencho” Gill (56), su esposa Norma Margarita Gallego (26) y sus cuatro hijos: María Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Margarita (6) y Carlos Daniel (3). Fueron vistos en aquella noche en el velorio de un vecino.
El abogado de la querella, Marcos Rodríguez Allende, ratificó que buscarán apoyo internacional: “Tenemos el compromiso de hacer todo lo posible para darle una respuesta a una madre que lleva 23 años esperando saber qué pasó con su hija, su yerno y sus nietos”, manifestó.
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“Seis personas desaparecieron sin dejar rastros. Es imposible pensar que simplemente se fueron, dejando todas sus pertenencias atrás”, aseguró.
Una investigación marcada por irregularidades y un caso que despierta misterio
La causa nunca tuvo un trazado regular desde sus inicios, signada por errores. La policía recién allanó el campo donde los Gill vivían ocho meses después de su desaparición. “Ese procedimiento terminó con un asado entre el dueño del campo y el juez de la causa. Fue vergonzoso y tremendo”, denunció Rodríguez Allende.
En la actualidad, el expediente judicial sigue caratulado como “averiguación de paradero”, algo que la querella considera insuficiente: “Si en 2002 se hubiera investigado como una desaparición forzada o un homicidio, hoy estaríamos en otro escenario”, comentó el abogado.
Por tanto, surge la necesidad de incluir la tecnología satelital como una forma de intentar dilucidar el caso. La esperanza de los investigadores radica en que las imágenes tomadas por la NASA puedan explicar qué pasó con ellos, si es que fueron desaparecidos de manera forzada. En definitiva, obtener información sobre movimientos en la tierra en las 600 hectáreas de la estancia “La Candelaria” donde los Gill vivían.
“Los satélites argentinos recién pueden detectar estos movimientos desde 2007. Por eso recurrimos a la NASA”, resumió Rodríguez Allende.
Empero, este pedido no es sencillo y requiere gestiones de Cancillería, el Ministerio de Justicia y otras autoridades nacionales. “No basta con que lo solicite un juez de Nogoyá. Debe ser canalizado por el Estado argentino”, describió el letrado.
La desaparición de la familia Gill: un único acusado y sin pruebas
Ya van más de dos décadas de versiones que circulan sobre el caso sin mayores sustentos. Una de ellas estriba en plantear que la familia se fue por voluntad propia, que hubo un conflicto con el patrón. Otra versión plantea el asesinato y que sus cuerpos lograron ser desaparecidos. Pero ninguna de estas hipótesis siquiera pudo avanzar para probarse.
El único acusado hasta el momento es Alfonso Goethe, propietario de la estancia “La Candelaria” y empleador de Rubén Gill.
Goethe denunció la desaparición de la familia tres meses después de ocurrida y alegó el retraso en que les había dado vacaciones.
“Se me reía en la cara”, recordó Adela Gallego, madre de Norma, en una entrevista. “¿No estarán muertos aquí o acá?”, le decía Goethe burlándose. La Justicia nunca logró imputarlo formalmente y falleció en un accidente automovilístico en 2016.
Mientras tanto, el Ministerio de Seguridad de la Nación mantiene vigente una recompensa de 12 millones de pesos para quien aporte un dato certero que permita esclarecer qué ocurrió con el matrimonio y sus hijos.
“El objetivo no es solo encontrar justicia, es poder hacer el duelo. Saber qué pasó, dónde están, llevar una flor”, dijo Rodríguez Allende. “Lo peor que le puede pasar a una persona es desaparecer. Y lo peor para una familia es no tener respuestas”.
Un caso que sigue despertando misterio, más de 20 años después, y quizá la NASA sea la única esperanza para encontrar alguna respuesta.