El canciller Pablo Quirno celebró el acuerdo comercial de Argentina con EEUU: “Es un privilegio y un honor”

Pablo Quirno utilizó sus redes sociales para celebrar el acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos. El canciller, quien en los últimos días estuvo en Washington, resaltó cuáles son los dos ejes principales del sello entre Milei y Trump refiriéndose al “aumento de las inversiones del país norteamericano en Argentina y una reducción de tarifas para industrias claves".
En horas de la tarde del jueves 13 de noviembre, Estados Unidos anunció un marco de entendimiento para avanzar hacia un acuerdo comercial y de inversión recíproco con Argentina. El comunicado de la Casa Blanca señala que el objetivo es “profundizar la cooperación bilateral” y crear un entorno claro y regulado para el comercio y la innovación entre ambos países, por lo que se trata de un paso político donde todavía falta redactar el texto final y cumplir los trámites domésticos antes de que el convenio entre en vigencia.

“Es un privilegio y un honor anunciar que Argentina y los Estados Unidos han logrado hoy un Acuerdo Marco de Comercio Recíproco e Inversión. El acuerdo crea las condiciones para aumentar las inversiones de EEUU en Argentina e incluye reducción de tarifas para industrias claves aumentando el comercio bilateral entre ambos países”, escribió Pablo Quirno en su cuenta oficial de Twitter.
“Un especial reconocimiento a nuestros equipos de Cancillería, Ministerio de Economía y Ministerio de Desregulación que trabajaron constructiva y arduamente para lograr este objetivo durante meses y un agradecimiento al Presidente Javier Milei por su constante apoyo y convicción para llegar a este acuerdo”, resaltó Quirno.
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En la práctica, el acuerdo contempla aperturas arancelarias y acceso preferencial para productos concretos: medicamentos, insumos químicos, maquinaria, tecnologías de la información, vehículos y una lista amplia de bienes agroindustriales.
Además, Estados Unidos podría eliminar aranceles recíprocos para ciertos insumos naturales usados en la industria farmacéutica argentina, si se verifican las condiciones de seguridad de la cadena de suministro. Esto debería facilitar tanto las exportaciones como las importaciones entre los dos socios.
Otro punto central es la reducción de trabas no arancelarias: Argentina se comprometió a eliminar licencias de importación que restringían el ingreso de bienes, a suprimir ciertas tasas estadísticas y aceptar –en muchos casos– estándares internacionales o certificados estadounidenses (como los de la FDA para fármacos y dispositivos). Para exportadores y distribuidores esto significa procesos más simples y menos costos por pruebas duplicadas.
El capítulo técnico incluye propiedad intelectual y estándares: el gobierno de Milei se comprometió a endurecer la lucha contra la piratería y a avanzar en la alineación de su régimen de patentes con normas internacionales. En paralelo, el acuerdo abre la puerta a tratar cuestiones sensibles como empresas estatales y subsidios industriales, de modo de evitar distorsiones competitivas que afecten el comercio bilateral.
Trabajo, ambiente y seguridad económica aparecen como pilares transversales: Argentina promete proteger derechos laborales reconocidos internacionalmente, prohibir importaciones hechas con trabajo forzado y adoptar medidas ambientales (por ejemplo, combatir la tala ilegal y regular subsidios en pesca).
También acordó colaborar con el país norteamericano en controles de exportación, evasión de aranceles y seguridad de inversiones, una señal de que la relación no será sólo comercial sino estratégica.
¿Qué sigue ahora? Ambas partes se comprometieron a finalizar el texto del acuerdo con celeridad y a completar los trámites internos para su firma. Si se concreta, el pacto puede significar -en la teoría- mayor flujo de inversiones, acceso más rápido a mercados para productos clave y un marco más previsible para empresas de ambos países. Sin embargo, también implicará ajustes regulatorios en Argentina, tales como armonización de normas, control de subsidios y reformas en propiedad intelectual, que tendrían impacto político y económico doméstico.















