Sin necesidad de cruzar continentes: dónde queda la llamada “Sevilla de Argentina” que enamora a los turistas
Para los amantes de los pequeños recovecos llenos de historia, la llamada “Sevilla de Argentina” es perfecta. Sin necesidad de tomarse un avión y viajar largas horas, los turistas pueden apreciar toda la belleza de este lugar que tiene raíces en la tierra de grandes artistas y pintores.
Se trata del Patio Andaluz, que emerge como un oasis de calma y belleza en la Ciudad de Buenos Aires, con un encanto arquitectónico de la época colonial española. Inaugurado en 1929 por el Ayuntamiento de Sevilla, este espacio único ubicado en una de las entradas del Rosedal, en el Parque 3 de Febrero, es un homenaje a la hermandad cultural entre ambas ciudades.
Este icónico lugar está inspirado en los jardines del Parque de María Luisa de Sevilla, y cautiva con su diseño rectangular, enmarcado por columnas, pérgolas y una exuberante vegetación que invita a desconectarse del bullicio urbano.
Su fuente principal, adornada con cerámicas traídas directamente desde el barrio sevillano de Triana, lleva grabada una dedicatoria que reza: “A la caballerosa y opulenta Ciudad de Buenos Aires, en testimonio y comunicación espiritual, Sevilla ofrece esta muestra de la industria de Triana...”.
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Lo que hace tan especial al Patio Andaluz es su decoración. Destaca con azulejos y mosaicos que rinden tributo a Don Quijote de la Mancha, la obra maestra de Miguel de Cervantes.
Cada detalle de este pequeño patio evoca la esencia de Andalucía, tal y como lo describían en su momento el pintor Diego Velázquez y el escritor y poeta Gustavo Adolfo Bécquer.
Este lugar, se trata de un sitio perfecto para los amantes de la fotografía, ya que allí se hacen innumerables books de casamiento, quince años y eventos especiales.
A pesar de su belleza, el Patio Andaluz sigue siendo un secreto bien guardado para muchos porteños y turistas. Este espacio no solo ofrece un viaje visual a España, sino también una experiencia de serenidad en pleno corazón de Palermo.
